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Prólogo de Claudio María Domínguez

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Queridos amigos del alma:

Mi amistad con Lucía, es un premio que crece a través de los años, del mismo modo en que crece la entrega y el servicio que ella proyecta a quienes llegan a su vida.

Genuina buscadora, ama la causa del amor, y lo desparrama con intensidad, en cada una de sus palabras, de sus gestos, de sus talleres, y en su paso por la vida.

Lucía es ideal para encarar la inteligencia emocional y hacerla accesible en estos momentos en que ciencia y espíritu se unen, y uno puede avanzar tanto en el camino, si aprende a regular la química que las emociones generan en el cuerpo. Manejando un par de resortes divinos, la salud regresa tan rápidamente, que la sorpresa esta a la orden del día.

En los últimos años, Lucía, se dedico a investigar, gracias a  su experiencia, conociendo y atendiendo a muchísimas personas, mecanismos, para que la gente primero pueda expresarse y comprender el fenómeno fascinante y tantas veces letal que se produce en la mente. El cerebro, sus neuro-transmisores y la percepción de las situaciones a través de los sentidos, son la puerta de ingreso al continuo sufrimiento, o a una clarísima liberación. Lucia trabaja para eso, para que la gente utilice a la mente como una extraordinaria herramienta de trabajo, como una amiga, que lejos de bloquearnos y justi-ficarse, nos de un verdadero goce y crecimiento vertiginoso.    Por los resultados que veo día tras día, Lucía, logra que la gente produzca tantas endorfinas como para que un proceso sanador se ponga en marcha de la forma mas simple y bella, y la calma, la alegría, los proyectos sin ataduras ni apegos, y las relaciones sanas y armónicas, florezcan firmes, allí, en el aquí y ahora.

Por eso, me honra escribir un prologo a su libro sobre inteligencia emocional, claro que lo hago porque es mi amiga, porque es una persona que inspira generosidad y luz; pero mas que nada es un referente confiable y creíble, que desde su Rosario, esta llegando a quienes, causalmente, la conocen y reciben con simplicidad, el tesoro de sus experiencias, y el entusiasmo con que hace que todos las pongan en practica desde sus propias vivencias.

Todos podemos desarrollar la inteligencia al servicio de las emociones, o como dirían los seres de luz, la salud emocional, si en lugar de acción y reacción continuas, obramos la respuesta reflexiva, sanadora, de la actitud adecuada. El problema no es la emoción, sino la información enferma con que los sentidos velan una película que podría ser abso-lutamente clara y simple.

El libro es práctico y al mismo tiempo muy espiritual. Lucía es así. Ella es un ejemplo  permanente, de como frente a las interferencias y karmitas ya creados, somos los absolutos dueños del timón del barco, que hace que uno modifique rumbos para llegar rápido y bien a las mejores playas. Nunca más , ser un madero en las olas, a la merced de las mareas , alta o baja, que siguen moviéndonos sin que podamos anclarnos con inteligencia.

Como crear nuevos caminos en nuestras relaciones con los demás, como trabajar los vínculos familiares, como dejar de creernos salvadores del mundo, pero si, sanar nuestra propia vida, con lo que automáticamente mejoramos la energía en nuestro hogar, nuestra comunidad, y el planeta entero.

Inteligencia emocional, espiritualidad práctica, no delirios místicos, el poder del presente, quitar los caminos cerebrales del pasado y su carga de culpa y castigo, de rencor y resentimiento, de nostalgia y depresión, quitar el futuro incierto con su mochila de miedos, dudas e incredulidades. Eso plantea Lucía y bien que lo logra, en sus paginas centradas, en no apartarnos de la única verdad. Quienes somos, y que estamos haciendo de nuestras vidas. Estamos aquí y ahora, en una aventura fascinante. Es hora de disfrutarla, como quizás nunca antes lo hicimos. Estos conceptos son una bienvenida invitación, a volver al eje, a la conciencia, que se expresa con tantas maravillas, y no tratara de acallarla con reacciones descon-troladas, que lo único que aceleran es el sufrimiento emocional y la perdida de la energía vital, y literalmente del cuerpo.

Gracias Lucia Peagno, gracias querida amiga, por estar siempre allí, y por dar alegría y amor. Eso lo veo a cada rato, cuando te movés entre la gente, como en tu elemento, practi-cando la unidad, y la transmisión del amor, que es el único sentido de nuestras vidas, en este plano.

Que este libro sea un lanzamiento, que traiga aparejados mas y mas, de tus elementos prácticos y sensibles, para que todos recordemos nuestra herencia divina y no nos dejemos chupar las fuerzas por un mundo que a veces se torna implacable, con quienes creen en el, como la única realidad.

Gracias por hacernos ver las otras posibilidades del crecimiento, y además, hacerlo, en forma simple, y cálida, alegre y nada conflictiva.

Para Lucía crecer no es un drama. Es una bendición.

Gracias por existir.

Claudio María Domínguez

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