Todos deseamos sentir la paz y no nos damos cuenta de que  la buscamos por el camino equivocado, por lo tanto jamás la encontraremos.
Continuamos con el hábito de controlar, emitir juicios de todo y nos anticipamos a las cosas. Eso como consecuencia, nos fragmenta nos quita la capacidad de amar y nos desconecta de la realidad. Nunca nos sentimos satisfechos de nada, continuamos en una eterna búsqueda de lo que nunca hallaremos. Si se nos da algo que nos satisface, inmediatamente deseamos otra cosa porque nos dura muy poco la sensación de plenitud. Nada es suficiente.
Si estamos bien con la pareja, en algún momento se inicia un conflicto y destruimos la armonía. Generalmente nos sentimos disgustados porque la otra persona no es o no hace lo que pretendemos. Si hace lo que queremos amamos y si no, odiamos.
Cuando todo parece sonreírnos sentimos un vacío.
¿Cuál es la carencia? Es la ausencia de “SIMPLEZA” y “ACEPTACIÓN” es la caprichosa necesidad de obtener algo de otras personas. Queremos liberarnos de la frustración y el sufrimiento pero no abandonamos los conceptos de nosotros mismos.
Nos aferramos a nuestro viejo sistema de creencias sin darnos cuenta que el camino está en nuestra superación. En ser mejores cada día consiguiendo con nuestros cambios, la alegría de superar nuestra propia marca, que nos genera la tan ansiada paz.
El camino de la paz es “LA ENTREGA” y “EL AMOR INCONDICIONAL”
La paz, es la armonía de la mente, sin juicios ni condiciones. Es la capacidad de escuchar la voz de nuestro maestro interno.
Desde allí, solo con nuestros cambios, podremos aprender a sanar las relaciones de las cuales dependemos porque somos seres sociales. La paz interior nos hace abandonar el “TEMOR” que es el desestabilizador por excelencia que no nos deja ver la realidad. Nos distorsiona y confunde la percepción de lo que nos ocurre.
La conclusión de estos razonamientos es que si nos posicionamos desde el amor, todo tiene valor y expansión. El amor no cuestiona ni exige, no compara ni dimensiona. Desde el amor no hay quejas ni disconformidad, por lo tanto no hay vacíos existenciales.