Cuando no estamos en una postura íntegra, seguramente no logramos nuestros objetivos. Nos preguntamos…¿por qué no se me dan las cosas? ¿Por qué otros pueden y yo no?.
Hagamos una analogía. Si tenemos un vehículo último modelo, con el tanque lleno y todo en perfectas condiciones, pero con los neumáticos desinflados, ¿podemos llegar donde nos proponemos? Seguramente que no. Hay algo que no está en armonía con el resto. Algo falla.
Por eso, personas que poseen una inteligencia intelectual brillante, fracasan en sus negocios. No hay integridad en los elementos que se necesitan para lograr el éxito.
Si tenemos claro el objetivo, constancia, idoneidad, creatividad, pero nos falta amor por lo que hacemos, no lo lograremos. Si tenemos todo menos constancia, tampoco. Y así podemos ir cambiando los neumáticos desinflados asociándolos a alguna carencia y nos dará el mismo resultado negativo. No podemos prescindir de ninguno de los elementos esenciales para el éxito. Hay más de los que he citado, como por ejemplo, flexibilidad, intuición, comunicación, etc. pero…¡no se asuste! Todo está en nosotros naturalmente.
Vinimos con todo el poder y este se manifiesta en toda persona que esté en la plenitud de sus recursos.
Todo aquel que elimina trabas y limitaciones tiene la capacidad de lograr lo que se proponga en la vida.
Cultivemos la integridad. Seamos nosotros mismos desarrollando nuestras virtudes, sin mirar atrás, sin compararnos con otros. Cultivemos el optimismo. Aprendamos de nuestros errores sin sentirnos fracasados en el primer intento y veremos como se realizan uno a uno, todos nuestros sueños.