El infeliz piensa que no hay nada por lo que valga la pena vivir. Cree que el mundo pertenece a los otros, ve en los demás personas que logran lo que desean, que tienen todo lo que para él es “carencia”. Ahí aparece “la envidia”. Este sentimiento hace que la persona tenga “odio” hacia aquellos que poseen lo que a ella se le niega  por su “mala suerte”, o porque ella está “destinada” a vivir infeliz.
Según mi criterio estas personas están “orgullosas” de destacarse por ser las víctimas. Es su manera de llamar la atención, ya que no hacen nada para superarse, como digo siempre que hablo del tema, están infelizmente cómodas.
Mis opiniones generan en mis alumnos diferentes reacciones. A la mayoría les hace ver una realidad que los despierta y abren los ojos reconociendo que estaban disfrutando  su condición.
Creo que uno enseña lo que aprende, todo aquel que enseña algo es porque lo aprendió de quien le hizo ver sus errores. Yo enseño lo que aprendí, saliendo del victimismo, viendo que la vida no se “ensaña “con nadie, que todos tenemos pérdidas, resultados negativos.
Quien conoce mi historia sabe que tuve intentos de suicidio por una niñez y adolescencia terribles. Todos aquellos que siguen fieles a su “victimismo” y no cambian su creencia en algún momento deberían pensar en una realidad:
El sabio será todo los feliz que pueda, tomando lo bueno que la vida le brinda, mientras que el desgraciado disfrutará con la adversidad, lo cual no  lo hará desgraciado.

Conclusión: cada uno elige la vida a su manera. El desgraciado una vida desgraciada, el inteligente, cambiando por una vida mejor.