La resistencia a aceptar lo que no se puede cambiar nos crea impotencia. Hace que la situación que vivimos se torne un conflicto para nosotros, que pensemos continuamente en el problema y que por supuesto, no podremos solucionar.
Es la lucha contra un enemigo más fuerte que nosotros, que desde el arranque nos hace sentir perdedores. ¿para que luchar contra algo que no podemos vencer?

En muchas ocasiones en nuestra vida, queremos cambiar situaciones, actitudes de otro que no dependen de nosotros. Esto ocurre porque creemos que estamos en lo cierto. Sin duda que eso puede ser una verdad…(¿será?).
En tanto debemos saber reconocer que el mundo no gira de acuerdo a nuestras creencias, sino que ya giraba antes de nuestra aparición y que después de nuestra ausencia, seguirá girando.
El verdadero poder del ser humano, reside en reconocer que el único cambio que lo favorecerá y que modificará el rumbo de los acontecimientos, es la aceptación.
Cuando el cambio de la situación no depende de nosotros, debemos confiar en el universo que es el que regula todo de manera perfecta.
En lo personal me repito todo el tiempo, una frase metafísica que me ayudó en todas las circunstancias difíciles que he vivido y dice así:

“ESTA SITUACIÖN TRAE UN BIEN ESCONDIDO PARA MÏ, BENDIGO ESE BIEN Y PIDO QUE SE MANIFIESTE”

Si adoptamos este modo de percibir los acontecimientos, nos daremos cuenta con el tiempo que todo fue para bien.
Miremos hacia atrás y llegaremos a la conclusión de que muchas de las cosas que creímos injustas, fueron para aprender o enseñar.

Somos instrumentos en el gran PLAN y en definitiva evolucionamos según el designio universal, que es perfecto para todos, ya que solo somos una célula del gran cuerpo que nos necesita menos egoístas y más conectados a la totalidad.