Siempre que posterguemos algún proyecto, nos veremos con una limitación que impedirá el éxito.
Seguramente, tendremos motivos (pretextos) para no accionar. Veamos cuales son los pensamientos y creencias que nos limitan:
- Esperaré un mejor momento.
- Aún me falta conocimiento sobre el tema.
- Las circunstancias me son adversas.
- Mejor es abstenerse antes de sufrir un fracaso.
- Deberé hacerlo perfecto o me criticarán.
- No soportaría que me salga mal.
- No tengo apoyo.
- Es muy difícil.
- Fulano o mengano lo hizo y le salió mal.
- Hay muchos que lo están haciendo.
- Se me presentó un obstáculo, quiere decir que esto no es para mí.
- Lo haré más adelante, cuando esté más preparado.
- Aquel o aquella lo hace mejor de lo que yo lo haría.
- Necesito que me dirijan para saber cómo hacerlo.
- Etc. etc. etc.
Si se siente identificado con alguno de estos “Pretextos” deberá reflexionar acerca de esto:
- No es asegurando el éxito como se logran los objetivos.
- El miedo al fracaso, genera justamente eso, fracaso.
- No es el error cometido lo que define si lo lograré o no.
- El éxito es una suma de pequeños fracasos.
- Del error es de lo que más se aprende.
- Solo yo sé lo que quiero lograr.
- Aunque haya otros que no lo lograron no es motivo para que yo no obtenga mi éxito.
- Soy autosuficiente, y me basto solo.
- No dejaré para mañana lo que puedo hacer hoy.
Y finalmente, “Solo fracasa el que no intenta”.
La inseguridad busca pretextos para no hacer. El miedo al fracaso hace que nos digamos…”Mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”. El problema es que con ese pensamiento, nunca iremos adelante y culparemos a la adversidad de todo lo que no hemos logrado.
Nos convertiremos en personas que envidian a quienes se realizan y se superan.
Lograremos nuestros objetivos, si realizamos una tarea diaria, con optimismo, donde seguramente no dejaremos para mañana lo que podemos hacer hoy.