La curación macrocósmica

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En estos tiempos donde reina el temor por las enfermedades nos tornamos expertos en profilaxis, pero ignoramos que nuestro poder de autocuración se ve seriamente afectado por el miedo. Éste hace descender nuestras defensas naturales.
Según las neurociencias, diez minutos de temor o angustia, bajan nuestra inmunidad ocho veces por veinticuatro horas.
La obsesión por la información que consumimos en este momento, nos desequilibra emocionalmente y deprime nuestro aparato inmunológico.
Los tratamientos con medicinas recetadas por los profesionales para regular las emociones, se hacen necesarios cuando nuestro “reloj” químico se perturba por acontecimientos que nos hacen sentir impotentes, incapaces de resolverlos. Entonces, nuestras  drogas endógenas (internas) alteran su secreción y deberán ser reguladas por las exógenas (medicamentos), éstas imitan la estructura molecular de las nuestras, engañando así a los receptores neuropéptidos, haciéndoles creer que son auténticas y de este modo poder entrar a las células para producir el efecto deseado.
Cuando hay una alteración de los mecanismos de reparación celular, es cuando enfermamos. Y por supuesto podemos corregir eso con los tratamientos médicos convenientes, pero éstos nunca podrán reproducir con exactitud, la sinfonía perfecta, maravillosa de nuestro organismo.
Si queremos saber qué aspecto tendrá nuestro cuerpo en el futuro examinemos nuestras vivencias emocionales actuales,porque  registramos  todas y cada una de las experiencias que encontramos a nuestro paso y las metabolizamos en nuestro cuerpo.
La curación:
Podemos satisfacer espontáneamente nuestro deseo más profundo, que es encontrarnos con nuestra esencia, cuando nos unimos a la danza sincronizada del universo. Aunque no nos demos cuenta, en nuestro inconsciente ese deseo está y si no se cumple, tendremos el tan conocido vacío existencial que cada uno de nosotros experimentó por lo menos, en algún momento de la vida, o en muchos casos hasta el último día.
La conexión con nosotros mismos y con el universo, es mucho más simple de lo que se cree. Hay un genio dentro de todos nosotros, este genio es la inteligencia interior que refleja la sabiduría del universo. El cuerpo humano es una sinfonía extraordinaria.   Él y el cosmos son uno solo.
Los sonidos de la naturaleza, nos conectan con los primigenios y nuestras células los recuerdan, ya que están en la memoria de todos nuestros antepasados, por lo tanto en nuestros genes, y cuando ellos resuenan, nos sintonizan con los ritmos del universo. Más del 60% de nuestro cuerpo está formado por los componentes del océano y está sujeto a sus mismos ciclos. En nuestro interior hay ritmos biológicos que son los ritmos de las mareas. Cuando oímos los sonidos de la naturaleza, por ejemplo, cuando escuchamos soplar el viento, las olas del mar, el sonido de  las gaviotas o el canto de los pájaros, evocamos un recuerdo.
La curación no es otra cosa que la recuperación de ese recuerdo de totalidad, de que no estamos separados del Universo.
Somos una hebra de esta red cósmica y cuando nos sentimos alineados con  los elementos y fuerzas que tejen esa red cósmica, experimentamos un sentimiento de equilibrio, salud y bienestar, por equilibrar las emociones.
Si manifestamos un sentimiento de alegría, de exultación, de éxtasis, es ahí cuando empezamos a interpretar la inteligencia sincronizada del Universo, y a entender cómo funciona la curación.
Dice el Dr. Deepack Chopra (endocrinólogo):
“Nuestro organismo es una farmacia exquisita que fabrica medicamentos asombrosos. Cuando experimentamos tranquilidad, nuestros glóbulos blancos producen diazepam, que es equivalente al Valium.
Todos los días las células mutan y en teoría todos enfermaríamos de cáncer pero poseemos los mecanismos exactos de nuestros sistemas de vigilancia inmunológica que se libran de esas mutaciones.
Hoy en día muchos pacientes que conocemos cuando  van a la unidad de quimioterapia, tan solo con pensar en que van a recibir quimioterapia y radiación y como saben cuales serán los efectos secundarios, el recuento de sus glóbulos blancos y el de las plaquetas baja de antemano. La información subjetiva se traduce en información biológica.
La curación es real y esta orquestada biológicamente. En nuestro interior albergamos una farmacia que ha evolucionado durante miles de millones años. Fabrica  medicamentos maravillosos Y esta farmacia es producto de nuestra experiencia. No solamente de la propia, sino de las de nuestros antepasados. De este modo si nos encontramos ante una bacteria o virus nuevo, la sabiduría del organismo sabrá como fabricar el anticuerpo preciso para combatirla aunque nunca antes nos hayamos encontrado con ellos”.
El ADN forma los ojos, la nariz, los folículos capilares, las uñas, las conexiones sinápticas y los músculos cardiacos. Todos empezamos siendo ADN, éste solo tuvo que multiplicarse 50 veces. 50 replicas y 100 billones de células. Más que todas las estrellas en la galaxia de la Vía Láctea. Cada célula sabe lo que están haciendo las demás células. Un cuerpo humano puede pensar tocar el piano, matar gérmenes, eliminar toxinas y crear una vida, todo al mismo tiempo.
Poseemos una medicina maravillosa que despierta los mecanismos para sanar el cuerpo. La meditación, la respiración, el ejercicio físico, el pensamiento positivo, la mente presente (no preocuparse), permiten un equilibrio del ser, que hace que el espíritu florezca en todo su esplendor, en toda su pureza, con su inteligencia sanadora. Todo lo contrario ocurre cuando nos atiborramos de malas noticias, imágenes de caos y pandemias que nos desesperan.
Cuando aquietamos nuestra mente de modo que nuestro dialogo interno se haya acallado, habremos trascendido el espacio y el tiempo.
La mente conectada con un estado de salud espiritual y emocional influye en la respuesta sanadora biológica del organismo, gracias a este fenómeno de equilibrio límbico donde el mundo interior está regulando el mundo exterior.
Debemos tomar las medidas de profilaxis e información para aplicarlas, sin entrar en la desesperación, el miedo y la obsesión, ya que éstas nos enferman. 
Somos un ser humano, no un pensar humano, no un hacer humano. Nos pasamos la vida pensando y haciendo, nunca siendo.
Si desarrollamos la inteligencia emocional, nuestra farmacia interna funcionará perfectamente.
La capacidad de pensar es una  facultad humana extraordinaria. Pero la capacidad de no pensar obsesivamente es sanadora, ya que permite al microcosmos que es nuestro cuerpo, alinearse con la fuerza sanadora del macrocosmos que es más poderosa que la mejor vacuna.