“El que se quema con leche, ve una vaca y llora” decimos refiriéndonos a las vivencias negativas y con respecto al miedo de que se repitan.
Cuando hemos sido heridos nos llenamos de defensas para protegernos de probables situaciones que nos expongan a vivir nuevamente el dolor.
Nos parece “Natural” tener en cuenta las situaciones pasadas, para evitar el sufrimiento, contaminando las nuevas con el temor.
Nada es totalmente bueno ni totalmente malo.
Lo que ocurre es que nos quedamos con lo que nos hizo mal, sin notar que en algún momento fuimos artífices de lo sucedido, y tuvimos una participación en ello.
Nuestro empeño en sostener lo viejo, empaña las nuevas relaciones.
Las personas que intervienen en los momentos actuales “Pagan” las facturas de quienes nos hicieron sufrir.
Si vivimos con los “Fantasmas” del rechazo, el engaño o la deslealtad, haremos sentir a quienes ingresan a nuestras vidas, como seres indignos, creando una muralla y la relación no funcionará.
El temor y el resentimiento no pueden convivir con el amor, por lo tanto esto hará que no logremos lo que deseamos.
El problema es que dejamos de vivir lo bueno que trae la nueva experiencia, pensando que será como la anterior. “Jamás” podría repetirse, ya que nada puede ser igual. Cada minuto de la vida tiene rasgos únicos e irrepetibles.
Debería ser al revés de lo que los viejos conceptos nos marcan y sentir que en las nuevas experiencias estaremos fortalecidos, renovados, con una fuerte dosis de optimismo para vivir justamente lo que no logramos en el pasado.
La conciencia amplia y con una buena dosis de sabiduría, nos hará sentir dispuestos y positivos para disfrutar de lo bueno que nos trae lo nuevo.
Vivamos el presente sin recuerdos de lo anterior, dejemos atrás el pasado, sus dolorosas cargas, ya que no pertenecen al presente y lograremos ser “Felices y libres”